De los temores de la oposición a la alegría y el poder del pueblo

   
 El título ya deja entrever la tesis que se sostendrá en este escrito. No obstante no podía dejar de explicitarlo de ese modo. Es para que sirva de antítesis del artículo de Luis Majul que para analizar la situación política que se abre luego de los comicios del domingo titula: “Tras la paliza, el peligro”. A Majul parece que le gusta jugar con las palabras y si se analiza el sentido de la articulación, vincula el triunfo electoral con “una paliza” que adelantaría “un peligro”. No hay posibilidad de que aparezca esta terminología sin pensar que su autor,  que se dice “republicano”, paradójicamente siente un profundo desdén por el voto popular cuando este último no satisface sus deseos. Vale la pena preguntarse ¿por qué un resultado electoral como el del domingo es “peligroso” y para quién sería peligroso?


    La pluma del columnista Majul no es la única en esto de alertar a la sociedad sobre el resultado electoral que la propia sociedad produjo.  Los dirigentes de la UCR -que no quieren quedar rezagados respecto de la “vanguardia mediática”- directamente “nos advierten” sobre el peligro institucional que se cierne sobre “la república” si CFK mantuviera el mismo caudal de votos en octubre. Y esto genera una situación paradojal que nos deja más perplejos. Al respecto nos preguntamos varias cosas:
Primero: En nuestro sistema de representación política avalado por la Constitución Nacional ¿no es a partir del sufragio de nuestros representantes dónde se enmarca el funcionamiento institucional? Segundo: ¿el sistema de internas primarias, abiertas y obligatorias del domingo, no es producto de la ley de reforma política avalada también por la UCR? Tercero: Si es una ley la que se cumple y regula ese acto eleccionario ¿su realización no afianza acaso el régimen institucional?


    Cito al Senador “republicano” Sanz: “la tendencia que Cristina Kirchner impuso en las primarias "es peligrosa" porque este gobierno, cuando tuvo mayoría absoluta, ha tenido conductas que perjudicaron a las instituciones." Debemos pensar que para Sanz entonces una cosa son las elecciones y el sistema democrático y otra son las instituciones. Y además, según esta línea de pensamiento, las instituciones no tendrían nada que ver con el pueblo y lógicamente este último no intervendría en su armado, arquitectura y funcionamiento. Es decir “las instituciones” aparecen como una realidad que flotaría por los aires, que funcionaría por fuera de las relaciones sociales: de un lado las instituciones -de las cuales parece ser que ciertos dirigentes de la UCR conocen su funcionamiento y son junto a determinados periodistas sus intérpretes legítimos- y del otro: el pueblo y los representantes que eligió para que las comande. Es esto último lo que mancharía “el inmaculado ámbito institucional”.

    Es tanto el alejamiento de estos dirigentes de los sectores populares y tanta la creencia que tienen y que intentan desplegar acerca del designio divino que los colocó en el rol de ser los exégetas legítimos de “lo institucional”, que  se parecen  a los curas. Ellos traen la palabra,  nos vienen a decir, constitución nacional en mano, que lo que nosotros leemos en sus artículos, o pensamos o sentimos acerca de su contenido es erróneo, no se dice lo que se habría querido decir. La palabra y la interpretación la tienen ellos, nosotros nos debemos a la contemplación y admiración de la palabra que los “divinos sabedores de republicanismo y democracia” interpretan. Nosotros al estar equivocados votamos mal, y por ende, con nuestro voto traemos peligro institucional.


    Lo que no dicen es que el temor que les corroe tiene que ver con la afirmación de un poder popular y democrático que está transformando las relaciones de fuerza en nuestro país. Y con ello la injusticia social que engendraron las corporaciones económicas con la complacencia de sus políticos “republicanos”, “periodistas independientes” y sus “militares de turno” a lo largo de nuestra historia. Recordemos que cada golpe de estado siempre fue justificado como la herramienta para volver a ser regidos por nuestra constitución nacional, o sea para volver a ordenar a las instituciones desviadas por “los demagogos”, “los autoritarios”, “los populistas”, seguidos en su momento por “la chusma radical” en 1930  “el aluvión zoológico peronista” en 1950 y “los subversivos” en 1976. El propio senador Sanz, dejó entrever hace unos meses como este desprecio hacia el mundo popular se mantiene en pie diciendo que la “asignación universal por hijo se va la droga y al juego”.

   Bajo la excusa del funcionamiento institucional que sólo los miembros de la oposición parecen entender se esconde el terror de la lógica a partir de la cual funcionan estas instituciones. No lo dicen claramente pero lo que está en juego es la preservación de los privilegios de los grupos concentrados o la consolidación de un proceso de orientación de las instituciones para generar mayor igualdad y libertad.
LG 19 de agosto 2011


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