Identidades políticas y políticas de las identidades

   Habló nuevamente nuestra presidenta y conductora política. Lo hizo ante el Consejo Nacional del Partido Justicialista. Sus palabras, nuevamente, disparan muchas reflexiones. Me interesa centrarme particularmente en el momento de su discurso referido a la responsabilidad que le cabe al peronismo como movimiento social y partido político para seguir transformando este país. Luego de repasar los logros conseguidos por este proyecto político que arrancó en el 2003 y de señalar nuevamente el compromiso por mantener las convicciones frente a los intereses de las corporaciones económicas, se refirió a la necesidad de “estar a la altura de comprender el momento histórico por el que estamos atravesando”, signado por la necesidad de apertura, de la “incorporación de miles de jóvenes a la política”, “jóvenes que no se identifican con nuestro partido”, “jóvenes que con la remera del Che Guevara iban al sepelio de un peronista”.
            Frente a los discursos que circulan tanto dentro del peronismo, como en la izquierda, los lineamientos de CFK constituyen una mirada política con orientación estratégica sobre las posibilidades reales de profundizar este proceso sociopolítico, y sobre todo para no cometer los errores que puedan ser utilizados por los siempre enemigos del pueblo, para derrotarlo.
            Nos enfrentamos con los peligros de los “esencialismos”. A través de este pensamiento y de esta forma de construcción política, se llega a la conclusión de que basta invocar una determinada identidad política para hacer política. Como si una vez  invocada, esa identidad, alumbrara desde el fondo de los tiempos, la noche de los problemas que tenemos que resolver en la actualidad. Peor aún, esa identidad trae aparejado la idea de los sujetos “puros”, y los “impuros”, es decir los que invocan una pertenencia nunca traicionarían al movimiento, mientras que los “otros” que no tienen necesariamente esa esencia son pasibles de traicionar, por más que coyunturalmente “acompañen”.
Aquí la identidad funciona como un fetiche, no basta observar el pensamiento y las acciones realizadas por determinados sujetos en determinadas coyunturas, sino que a la inversa parece ser, que, pertenecer desde “la cuna”, predetermina un destino, unos pensamientos, unas acciones concretas en relaciones de fuerza reales. A la manera del mago, que saca los conejos de la galera, muchos sujetos políticos, sacan de su galera esta forma de identidad “esencial”, la que permitiría lavar todos los pecados, tal como actúa el católico cuando se confiesa, lava sus culpas, pero sigue pecando.
            Esto que digo no significa negar las identidades, lo que estoy tratando de exponer a la crítica es un uso de las identidades que las termina petrificando, y desde la cuales se cierra el espacio de una apertura posible, tal como reclama CFK, y con ella reclamamos muchos otros. Ojo esto que planteo no es patrimonio de un solo partido político o movimiento social, sino que esta ideología ha permeado en todas las instancias sociales, es así que por ejemplo se ha vivido como real la existencia de los  “verdaderos radicales”, los “auténticos peronistas”, o los “genuinos comunistas”, por citar sólo algunos.  
            Tirando mucho de esta cuerda sobre las identidades esenciales llegamos a otro peligro, que es la asignación de adjetivos a “los otros”, a partir de nuestra identidad esencial”. Si nuestra identidad se construye a partir de adjetivos de carácter positivo, por lógica toda OTRA identidad posee un rasgo negativo, contrapuesto a nuestra identidad. Acaso no vimos estos días como se realzaba la identidad del “argentino que paga sus impuestos” por sobre la identidad “del boliviano vago que espera sólo dádivas”.
            Es decir que lejos de observar los puntos de conexión y todos los atropellos que por parte del poder tienen en común los “argentinos” y “bolivianos” trabajadores y pobres, la lógica de las identidades “esenciales” es una sofisticada herramienta ideológica para dividir ante los amos, que nos miran sonrientes.
            Por todo ello, tenemos que darnos una política sobre las identidades, para que éstas sigan con vida a partir de la interacción cotidiana con otras identidades, para que puedan potenciarse a partir de ciertas y necesarias diferencias que las que se enriquezcan. Diferencias que no sean un obstáculo sino una posibilidad. Y aquí cuando nos referimos a diferencias, no estamos haciendo alusión a intereses diferentes, sino precisamente a intentar reconocer con la apertura posible quienes remamos dentro de un mismo barco a pesar de nuestras diferencias, y quienes están apuntando con los cañones a ese barco. Esto nos va a permitir juntar fuerzas e ideas, incluso para terminar de depurar a aquellos señores que dicen que reman a la par nuestra pero que en realidad conspiran contra el Kirchnerismo.  
LG 25-12-10


"El problema no es reactualizar el pasado, sino actualizarlo en el presente con las variantes que el presente demanda"
Arturo Jaureche

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